martes, 16 de noviembre de 2010

No habras la puerta sin que antes te respondan!!


Muchas personas piensan que esto que les voy a relatar es una simple leyenda, un cuento o incluso una falsa historia, pero yo lo único que puedo hacer es contarsela, a partir de ahí, saquen sus propias conclusiones. Hace 2 años, estaban en su casa, tan tranquilos, María, una señora de 40 años que se había divorciado recientemente, con su hijo pequeño de tan solo 8 años. Como era de costumbre María se tenía que ir todas las noches a trabajar, debido a que era una mujer con muchas responsabilidades( tanto en su trabajo como en su casa). Pero aquel día sería muy diferente al resto de los demás; ya que, cuando se encontraban cenando vieron en las noticias que un asesino en serie, muy peligroso y agresivo había escapado del centro penitenciario de la ciudad. Lo más grave de la noticia no era que este interno hubiese escapado, lo peor era que había sido visto pocas manzanas cercanas del hogar de la familia. Esto provocó la incertidumbre de María que al irse al trabajo tenia que dejar a su hijo solo en casa. Maria para prevenir desgracias cerró las ventanas, puertas, y le explicó lo siguiente a su hijo: - No habrás ninguna ventana ni las puertas. Aunque llevo las llaves, por si ocurre algo, yo llamaré 3 veces seguidas al timbre o simplemente me reconocerás por la voz y entonces sabrás que soy yo. Llegado el momento, María se fue a trabajar y dejó a su hijo solo. Éste, lleno de miedo, cerró la puerta a cal y canto y se puso a ver la tele para relajar la mente. Al cabo de rato, el chico ya estaba dormido cuando de pronto llaman a la puerta. PON...PON....el chico se despertó y aterrado se dirigió muy despacio hacia la puerta y dijo: - ¿Eres tú mamá?. La respuesta vino con otra serie de golpes acompañados de un susurro escalofriante que decía: JABREME DA PUETA. El niño atemorizado huyó hacia su habitación donde se pasó la noche llorando y esperando a que llegase su madre, hasta tal punto que se quedó dormido. Al día siguiente cuando se levantó se dio cuenta de que su madre no había vuelto. Y aún con miedo se dirigió a la puerta que conducía a la salida de la casa y se encontró a su madre con las piernas cortadas( por lo que no pudo llegar al timbre), la lengua cortada ( por lo que no le pudo reconocer la voz) y totalmente ensangrentada. Desde ese día este chico tuvo que estar hospitalizado en un psiquiátrico y no pudo dormir sin sufrir constantes pesadillas........ y si me preguntás por que sé, es por que, simplemente, soy ese niño.

EL HOMBRE EN EL BOSQUE


Cuando era pequeña, esta chica a la que le ocurrió la historia y su hermano, dos años menor, solían quedarse solos en su casona familiar mientras sus padres trabajaban. Vivían en el campo, en una casa grande, y uno de esos días decidieron salir a jugar fuera y terminaron paseando por el bosque, al norte del pueblo de donde vivían.
Un día ambos niños vieron a un hombre sentado en una piedra. En lugar de tener miedo, la curiosidad les hizo acercarse. Aquel hombre era un anciano que vestía una túnica larga y blanca, igual que su larga barba, que le llegaba hasta el pecho. El hombre les vio y les hizo un ademán para que se acercaran. Los niños, confiados, se acercaron al extraño, y curiosamente se sintieron muy a gusto desde el primer momento, como si transmitiera su propia paz.
Sin hablar, el anciano con pinta de profeta, alzó las manos y con gesto de preocupación las posó sobre la frente del pequeño, el hermano menor (de seis años). Cerró los ojos y murmuró algo que ninguno de los dos niños pudo entender. Después se alejó de los niños y desapareció en el bosque.
Al día siguiente aquel hombre fue encontrado muerto por causas naturales bajo un árbol.

LA NIÑA Y LAS MONEDAS DE ORO


REPRODUCIMOS A CONTINUACIÓN UN RELATO SORPRENDENTE QUE NARRA LA EXTRAÑA HISTORIA DE UNA NIÑA DESAPARECIDA EN CÓRDOBA. Y ES QUE, A VECES, LA AVARICIA ROMPE EL SACO

Esta historia es muy conocida en Córdoba, pues existe una antigua casa del centro de las ciudad que se dice está encantada y cuenta que en ella hace mucho tiempo vivía una familia acomodada que tenía una hija pequeña y varias criadas a su servicio.
Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba los cuartos, enormemente largo y oscuro, lleno de cuadros y enlosado.
Al final del pasillo la niña vio lo que parecía un niño de su edad levantando una de las losetas y metiendo algo dentro de un hueco en el suelo. La niña no podía creerlo, lo que vió relucir en la mano del muchacho al pasar por la tenue luz que entraba por la ventana eran monedas de oro.
Cuando el niño se fue salió y se dirigió hacia allí; entonces apareció una de las criadas con una vela enorme que también había visto lo que había pasado y quería sacar partido.
Decidieron que no dirían nada a nadie, todas las noches se acercarían y con la ayuda de la luz de la vela levantarían la loseta y sacarían las monedas hasta acabarlas. Todas las noches la niña,que por su tamaño cabía dentro, se metía en el hueco bajo la loseta e iba dando monedas a la criada, quien las iba guardando en un enorme saco. Las noches pasaban y aquel tesoro parecía no acabarse nunca. Cada noche que pasaba la vela iba consumiéndose más y más, pero las monedas seguían saliendo a pares y no querían dejarse ninguna.
Una noche en medio de su labor la vela comenzó a parpadear haciendo amagos de apagarse, la criada le dijo a la niña que saliera del hueco, que ya tenían dinero de sobra. La niña le hizo caso y abandonó el escondrijo, pero en el último momento una moneda cayó del saco al hueco y, en un acto de avaricia y sin pensárselo siquiera, la muchacha se metió de nuevo en el hueco. La criada intentó agarrarla pero no pudo, mientras le gritaba que por favor saliera de allí y dejara la moneda, pero en medio de ese griterío la vela terminó de apagarse. En el momento justo en que el último rayo de luz salió de la vela la loseta se cerró ante los ojos de la criada dejando a la niña dentro.
La criada decidió no decir nada a nadie, los padres dieron a la niña por desaparecida y el tema se fue olvidando con el tiempo. Pero aún en la actualidad dentro de esa casa se siguen oyendo por las noches los gritos de auxilio de la niña que repiten noche tras noche en el pasillo \"Por favor...socorro...sacadme de aquí...\". Incluso la policía ha acudido multitud de veces ante la llamada de los vecinos que oían voces pidiendo ayuda, pero al llegar al viejo caserón lo único que siempre han encontrado es una vela vieja y consumida puesta justo en el centro de una loseta...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Muertos vivos

Como todos los años por esas fechas, Mateo viajaba a su pueblo natal, junto con su familia, con la intención de cambiar las flores de sus familiares difuntos yacentes en el cementerio.
Ese año el día 1 de noviembre cayó en domingo por lo que, a pesar de ser un pueblo pequeño, había gente yendo y viniendo por todas partes cargadas con flores, bayetas y productos de limpieza, todo por mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos ya fallecidos.
Mateo y su familia salieron temprano de la ciudad para ir a casa de sus padres con la idea de ver qué tal habían quedado unas reformas que encargó a un albañil un par de meses antes. De camino al pueblo diluviaba como hacía años que no ocurría, Clara la esposa de Mateo, se decidía a llamar a casa para decirle a los niños dónde estaba la comida…
Clara : Mateo baja un poco la radio, que voy a llamar a los niños.
Mateo: Lo que tu digas cariño… dijo Mateo mientras la voz de Phil Collins se perdía en el silencio….
Clara: ¡Estos niños son increíbles! …dijo con tono enfadado... ¿te puedes creer que son las doce del mediodía y todavía están acostados?...
Mateo: Bueno…hoy es domingo, además ¿ya no te acuerdas de la hora a la que nos levantamos nosotros el domingo pasado…? – dijo lanzando una mirada cómplice a Clara…
Clara: De verdad, que tonto eres, respondió devolviendo la complicidad…


Había pasado una hora y ya habían llegado al pueblo. El pueblo era como la mayoría de pueblos pequeños, en los que la gente se te queda mirando, al tiempo que pasas por su lado con el coche para ver si te conocen. Clara y Mateo entraron en la casa, la revisaron, cogieron un trapo y un cubo para limpiar las lápidas y se marcharon a casa de unos amigos que los habían invitado a comer, para después marcharse al cementerio.
Eran las cinco de la tarde y el cielo cada vez estaba más nublado.

Mateo: Bueno Manolo, nos vamos que nos va a pillar todo el chaparrón en el cementerio, y ya de por sí que no me hacen mucha gracia no quiero que me pille la tormenta allí a oscuras, jajaja
Manolo: Pues venga… oye… cuando termines me das un toque para despedirnos eh?
Mateo: Sí, cuenta con ello.

A pesar de lo pequeño que era el cementerio, era imposible caminar por los pasillos debido a la cantidad de gente que había rezando y llorando, limpiando o simplemente caminando…

Clara: Estos sitios no me gustan nada…- decía Clara al ver una lápida con la foto de un muchacho joven que decía “ Miguel te fuiste de este mundo, pero nunca te irás de nuestros corazones. Te queremos”.


Mateo: Quédate aquí limpiando la lápida de mi padre y mientras voy yo a cambiar las flores del vecino de mi padre, que este año no puede venir su hijo a cambiárselas.
Clara: No tardes, que está empezando a llover…

Entre la gente y la lluvia, que empezaba a caer de manera cada vez más incesante, Mateo se dirigió allí, apoyó la palma de su mano sobre la lápida de manera afectuosa, apartó la mirada a su izquierda y se encontró con una pequeña cruz en el suelo, como si se tratase de una tumba sin nombre, sin flores, solitaria… desde pequeño a Mateo siempre le había parecido misteriosa esa cruz ahí en medio de la nada. Se volvió de nuevo a la lápida, se agachó, apartó las flores viejas y comenzó a limpiar la lápida. Cada vez llovía más intensamente y empezaba a tronar – vaya tarde de difuntos- pensaba Mateo. Entonces, de buenas a primera, sintió un tirón de la chaqueta a la altura de la cintura, Mateo se giró y… vio un niño. Al principio se dio un pequeño susto porque no lo esperaba…

Mateo: Pero bueno… ¿qué haces aquí solo, empapado de agua y sin abrigo? ¿Y tus padres donde están?- el niño permanecía callado.
Mateo: ¿Te has perdido? Dijo mientras tocaba la pálida cara del niño… Estás helado ¿cómo te llamas?
Niño: Busco a mi padre- respondió con la cabeza gacha el niño.
Mateo: Ven conmigo, te llevaré a la entrada, a ver si vemos a tus padres.

En ese momento se acerca Clara
-Mateo ¿te queda mucho?-
Mateo : Mira, este niño se ha perdido, voy a acercarme a la entrada a ver si veo a su padre.
Clara: Pero…¿a qué niño te refieres?
Mateo: A est….Te juro que había un niño aquí a mi lado Clara.
Clara: No me vas a asustar con tus historias, contestó en tono molesto.
Mateo: ¡¡Pero es cierto!! Se había perdido y buscaba a su padre.
Clara: Déjalo y vámonos ya, antes de que llueva más fuerte.

Mateo no terminaba de explicarse lo que había sucedido, ¿imaginaciones suyas?...o quizás un fantasma- bah, deja de comerte la cabeza, seguramente el niño querría gastarme una broma y se iría por uno de los pasillos-.

Esa noche, ya en su casa toda la familia cenaba en la cocina. Mateo y Clara tenían dos hijos de 14 y 10 años y una hija de 5 años.
Eran las once de la noche y la pareja se fue a dormir, claro está después de arropar y dar un beso de buenas noches a los niños.
Pasadas unas tres horas, el silencio reinaba en la casa, únicamente se oían los truenos y la fuerte lluvia que caía, cuando de repente se acerca a la cama de sus padres Clarita, la pequeña de la familia, con su osito Teddy en la mano y muy asustada.

Clarita: Papá, Mamá- susurraba la pobre mientras meneaba la espalda de su padre para que despertara-
Mateo: Pero… Clarita, ¿ qué pasa? ¿Qué haces levantada a estas horas? Mañana hay que madrugar.
Clarita: es que… tengo miedo… ¿puedo dormir con vosotros?
Mateo: ¿Pero qué ocurre?
Clarita: es que…hay un niño en mi habitación y me ha preguntado si quiero jugar con él, le he dicho que no y me ha metido miedo- dijo la pequeña llorando.

Se van a enterar estos dos – pensando en una broma de sus dos hijos-
Bueno Clarita, voy a ver tu habitación y voy a hablar con ese niño para que te deje tranquila ¿vale?
Clarita asintió con la cabeza.
-¿Ves como no hay nadie? – dijo Mateo…Seguro que ha sido un mal sueño, ahora papi se va a quedar contigo hasta que te duermas ¿de acuerdo?
Clarita: Vale papi.

Pasado un rato, la niña ya dormía plácidamente abrazada a su padre, cuando de repente un trueno despierta a Mateo… y cuando se dispone a levantarse para ir a su dormitorio aparece un relámpago y ve una sombra justo delante de él, Mateo se cae de espaldas en la cama y cuando se va a reponer, se encuentra al niño del cementerio cara a cara, todavía pálido y con el pelo mojado…
Niño: Papá!! Susurra el niño a Mateo, mientras éste se queda paralizado sin saber que hacer….
Mateo : Qué quieres? Yo no soy tu padre!! Dijo con voz entrecortada…al momento el niño desapareció.
A la mañana siguiente, y sin comentar nada a su esposa, Mateo decidió contactar con una médium, nunca había creído en estas cosas, pero era la única salida que veía. La médium le explicó que quizás se tratrara de un espíritu errante, es decir, alguien que murió sin haber hallado la paz y que por tanto, estaría vagando por el mundo hasta que la consiguiera.
De este modo, Mateo decidió acercarse a la iglesia a hablar con el cura del pueblo para ver si conocía el caso de algún niño que hubiera muerto de manera trágica. Éste, era joven y no sabía nada, sin embargo, había una señora muy mayor en la iglesia que escuchó la conversación y se acercó a Mateo.

Señora: Mateo quizás sea una tontería, pero cuando yo era cría se hablaba de un niño que estaba enfermo y su padre lo mató el día de los difuntos y lo enterró en el cementerio en una tumba sin nombre para que nadie lo supiera.
- La cruz del cementerio… pensó Mateo. Muchas gracias señora!!

Así que se acercó al cementerio y puso unas flores junto a la pequeña cruz. Desde entonces todos los años Mateo pone flores en las lápidas de su familia y también junto a la cruz.
Nunca más volvió el niño a molestar a la familia de Mateo...